UN LEGADO DIVINO
Nuestra historia comienza el año 1194 con la llegada a estas tierras del lego Fra Guillem, quien figuraba entre los aprendices y monjes que se incorporaron desde Francia a la comunidad cartuja recién constituida en la zona. Comunidad creada para atender las necesidades del futuro monasterio que iba a construirse al pie de la sierra de Montsant.
Fra Guillem fue testigo privilegiado de cómo la actividad de la comunidad cartujana fue poco a poco modelando el entorno, con la plantación de cultivos, principalmente viñedos para elaboración de vino y la construcción de los conocidos “caminos cartujanos” que comunicaban el monasterio con la costa y con las poblaciones del interior.
Esfuerzo y silencio, trabajo y reflexión. Existe un un recodo en la ruta hacia el “camino real” que subía desde Reus hacia el puertito de Albarca, justo cuando ya se divisa el pueblo de Cornudella, donde les gustaba sentarse entre viñedos a reponer fuerzas y descansar tras una dura jornada, disfrutando de unas magníficas vistas del valle y rodeados de un entorno natural privilegiado que les envolvía con su paz e invitaba a meditar en silencio.
Con seguridad fue en éste rincón donde Fra Guillem se impregnó de los secretos y misticismo que trasmitía la montaña santa, ganando en conocimiento y sabiduría, lo que le llevó a convertirse en Prior del monasterio dos décadas más tarde.
Hemos querido recoger en nuestros vinos ese mismo espíritu, vinos que obtenemos precisamente de los viñedos ubicados en ese paraje, motivo por el que los hemos bautizado con su nombre. Queremos que sigan siendo reflejo de la máxima de Fra Guillem: “El camino hacia la perfección tiene un solo secreto: Que sean pocas tus palabras y mucho tu esfuerzo”.
Nuestros viñedos se caracterizan por su localización a más de 500 metros de altitud, lo que contribuye a que estén bien aireadas, en un buen estado sanitario y garantiza un gran contraste de temperatura entre el día y la noche durante el verano, muy importante para una buena maduración.
Además, las características del suelo: caliza, arcilla y pizarra, junto con un clima frío en invierno y caluroso y seco en verano, hacen que las raíces busquen el agua en profundidad, tengan poco desarrollo y una gran concentración de polifenoles.
En el silencio y el trabajo los monjes basaron su legado
Vino singular, fruto de una tradición centenaria y fiel reflejo del territorio. Elaborado con las típicas variedades autóctonas, uva garnacha y mazuelo (cariñena), en perfecta armonía y cuyos matices varietales están claramente presentes.
La uva garnacha, aporta un perfil aromático muy sensual, de gran complejidad y bien estructurada, mientras que la mazuelo es más intensa aromáticamente, pero con un grado moderado y muy buena acidez. ¡Simbiosis perfecta!
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